Mirar ascender a Orión desde el horizonte oriental y tomar
su posición invernal dominante en el meridiano es un
espectáculo maravilloso. Más aun, es una epifanía
sorprendente ver a esta constelación subir del polvo rojo
del gran desierto como una configuración estelar de ciudades
Anasazi construidas desde mediados del siglo undécimo hasta
el fin del siglo decimotercero. De hecho, Orión proporcionó
la plantilla por la que los Anasazi (antepasados de los
Pueblo) determinaron la ubicación de sus aldeas durante un
período de migración que duró siglos. Espiritualmente bajo
mandato de un dios que los Hopi llaman Masau'u, este "Orión
terrestre” refleja fielmente a su homólogo celestial, con
“ciudades" prehistóricas que corresponden a cada estrella
mayor de la constelación. El cielo parece descender para
encontrar su imagen puesta de manifiesto en la tierra; la
tierra mira fijamente hacia arriba, reflexionando en la
unificación de lo terrenal y lo celestial.
Extendiéndose de la mano gigante de la Colina Negra de
Arizona que sobresale desde el nordeste, tres grandes dedos
de piedra hacen señas. Ellos son las tres Colinas de los
Hopi, aisladas en este desolado pero absolutamente bello
paisaje al que los Antiguos fueron llevados hace
largo tiempo. Dirigiendo nuestra atención a este "Centro del
Mundo," vemos claramente la íntima correlación con el
Cinturón de Orión. Mintaka, una estrella doble y la
primera de la trinidad en asomarse por encima del horizonte
oriental a medida que la constelación asciende, corresponde
a Oraibi y Hotevilla de la Tercera Colina (Oeste). El
primer pueblo es considerado la comunidad continuamente
habitada más antigua del continente, fundada a principios
del duodécimo siglo. Aproximadamente siete millas al este,
ubicado en la base de la Segunda Colina (Medio), Old
Shungopovi (inicialmente conocido como Masipa, un cognado de
la deidad Masau'u) fue según se dice el primero en
establecerse después de que el Clan del Oso emigró hacia la
región alrededor del 1100 A.D. Su correlativo celestial es
Alnilam, la estrella del medio del Cinturón. Aproximadamente
siete millas más al este en la Primera Colina (Este), los
pueblos adyacentes de Walpi, Sichomovi, y Hano (Tewa) - el
primero de los cuales se estableció antes del 1300 A.D.-
corresponden a la estrella triple Alnitak, que sube en
último lugar de las tres estrellas del Cinturón.
Casi exactamente al norte de Oraibi a una distancia de sólo
cincuenta y seis millas están las ruinas de Betatakin, en el
Cañón de Tsegi, mientras que aproximadamente a cuatro millas
más allá están la ruinas de Kiet Siel. Localizadas en el
Monumento Nacional Navajo, los dos espectaculares moradas de
precipicio se construyeron a mediados del siglo
decimotercero. Su homólogo sideral es la estrella doble
Rigel, el pie izquierdo o rodilla de Orión. (Nosotros
estamos conceptuando a Orión como visto de frente.) Justo al
sur de Oraibi, aproximadamente a cincuenta y seis millas,
está el Homol’ovi Ruins State Park , un grupo de
cuatro ruinas Anasazi construido entre mediados del siglo
decimotercero y comienzos del decimocuarto. Éstas
representan la irregularmente variable estrella Betelgeuse,
el hombro derecho de Orión. Casi cuarenta y siete millas al
sudoeste de Oraibi está la principal ruina Sinagua en el
Monumento Nacional Wupatki, rodeada por unas ruinas menores.
(" Sinagua" es el término arqueológico para un grupo
culturalmente similar y contemporáneo al Anasazi.)
Construido a principios del duodécimo siglo, su equivalente
celestial es Bellatrix, una estrella ligeramente variable
que forma el hombro izquierdo de Orión. A unas cincuenta
millas al nordeste de Walpi está la boca del Cañón de Chelly,
donde se encuentra otro monumento nacional. En este y de
costado al Cañón del Muerto se encuentran varias ruinas
Anasazi fechadas en mediados del undécimo siglo. Saiph, la
estrella triple que forma el pie derecho o rodilla de Orión,
corresponde a estas ruinas, principalmente a White House,
Antelope House, y Mummy Cave. Extendiéndose al noroeste
desde Wupatki/Bellatrix, el brazo izquierdo de Orión
sostiene un escudo sobre las numerosas ruinas menores del
Grand Canyon National Park, incluyendo a Tusayan cerca de
Desert View en el borde sur. Extendiéndose hacia el sur de
Homol'ovi/Betelgeuse, el brazo derecho de Orión sostiene un
garrote sobre su cabeza. Este garrote se extiende por
Mogollon Rim y hasta otras ruinas Sinagua en el Valle Verde.
Como un pequeño triángulo formado por Meissa en su ápice y
por Phi1 y Phi2 Orionis en su base, la cabeza de Orión
establece una correlación con las ruinas de Sinagua en el
Walnut Canyon National Monument junto con unas ruinas
menores en la región inmediata.
Si nosotros concebimos a Orión no como un rectángulo sino
como un polígono de siete lados, más específicamente un
"reloj de arena" (que connota a Chronos) añadido a otro
triángulo cuya base se apoya en los hombros de la
constelación, las proporciones relativas del Orión terrestre
coinciden con exactitud asombrosa. Las aparentes distancias
entre las estrellas como nosotros las vemos en la
constelación (en contraposición a las distancias de años-luz
reales) y las distancias entre estas importantes ruinas de
pueblos Hopi o Anasazi/Sinagua son lo bastante cercanas como
para sugerir que algo más que una simple coincidencia ha
tenido lugar aquí. Por ejemplo, cuatro de los lados del
heptágono (A. Betatakin a Oraibi, B. Oraibi a Wupatki, C.
Wupatki al Walnut Canyon, y F. Walpi al Cañón de Chelly) son
exactamente proporcionales, mientras que los tres lados
restantes (D. Walnut Canyon a Homol'ovi, E. Homol'ovi a
Walpi, y G. El cañón de Chelly de vuelta a Betatakin) se
extienden ligeramente respecto a la constelación - desde
diez millas en el caso de D. y E. hasta doce millas en el
caso de G. (Ver el diagrama.)

Esta variación podría deberse a las distorsiones
cartográficas del mapa del cielo contemporáneo en relación
con el mapa geográfico o a antiguas erradas percepciones de
las proporciones de la constelación con respecto al paisaje.
Dadas las exigencias físicas para la construcción de un
pueblo, como saltos o ríos, que no son de todos modos
frecuentes en el desierto, ésta es una correlación
sorprendente, a pesar de estas pequeñas anomalías en el
diseño global. Como dice John Grigsby en su discusión de la
relación entre los templos de Angkor en Camboya y la
constelación Draco, "Si ésta es una casualidad entonces
es una asombrosa.... Hay indulgencia para el error humano en
la transferencia de la constelación a un mapa, y luego la
transferencia del mapa falible a un terreno difícil de más
de centenares de kilómetros cuadrados sin el método para
verificar el progreso del emplazamiento desde el aire"
(*). En este caso nosotros no estamos ocupándonos de
templos hindúes/budistas sino de múltiples "ciudades
estelares” a veces separadas una de otra por más de
cincuenta millas. Además, hemos sugerido que el "mapa" está
en realidad representado en varias placas de piedra dadas a
los Hopi al principio de sus migraciones, y que esta
configuración geodésica fue influenciada o incluso
específicamente determinada por una presencia divina, a
saber, Masau'u, el dios de la tierra y la muerte.
Cuando los Anasazi escudriñaron los cielos, no estaban
mirando una extensión del mundo físico como nosotros lo
percibimos hoy sino que estaban en cambio dando testimonio
de una manifestación del mundo del espíritu. Muy semejante
al Duat egipcio, el inframundo de los Hopi abarca los cielos
así como la región debajo de la superficie de la tierra.
Este hecho se valida por la dicotómica existencia de
espíritus de los antepasados que viven en el reino
subterráneo pero periódicamente regresan a sus pueblos
terrenales en forma de nubes de tormenta que traen la
bendición de la lluvia. Aunque los dominios orientales y
occidentales gobernados por Tawa (el Sol) permanezcan
constantes, las direcciones polares del norte y sur,
controladas por los Miembros del Consejo y Jóvenes Guerreros
Gemelos (los hijos del Sol) respectivamente, se invierten.
Así, la mano derecha que sostiene el garrote está en el este
y la mano izquierda que tiene el escudo está en el oeste,
similar al mapa de la estrella. Sin embargo, la cabeza está
señalando aproximadamente en dirección sur en lugar de hacia
el norte. Esta inversión es completamente consistente con la
cosmología de los Hopi porque la configuración terrestre se
ve como una inversión del mundo del espíritu del cual el
cielo es meramente otra dimensión.
De todos modos, viendo a Orión en una noche de pleno
invierno, podemos imaginar que nuestras perspectivas han
cambiado y que estamos suspendidos muy alto sobre la tierra,
mirando fijamente desde el nordeste al sudoeste hacia las
sagradas montañas de los Kachinas (San Francisco Peaks) y la
cabeza del celestial Masau'u invade los bosques perennes de
la Vía Láctea. Irónicamente, es aquí en el árido desierto de
Arizona que nosotros también intuimos la verdad de la máxima
hermética atribuida al dios egipcio Thoth (Hermes
Trismegisto): “Como es arriba, así es abajo.”
(*) Grigsby citado en el libro de Graham Hancock y Santha
Faiia: Heaven’s Mirror: Quest For the Lost Civilization
(New York: Crown Publishers, Inc., 1998), p. 127.
EL AUTOR es investigador
independiente y escritor. Ha publicado varios artículos en
el campo de la hipótesis del Antiguo Astronauta en diversas
revistas especializadas y es además autor de dos libros:
The Orion Zone y Eye of the Phoenix.
Copyright © 2008 Gary A. David – Todos los derechos
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Traducido y publicado
con autorización expresa del autor
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