La versión de una imagen puede permanecer
inalterada, pero su significado puede cambiar con el tiempo.
A la inversa, una representación puede cambiar y evolucionar
mientras su significado sigue siendo el mismo. Por ejemplo,
¿qué exégesis tiene la “deidad cayente” del período clásico
tardío (1.200 -1.697 AD) representada en Tulum (Fig. 1; 2)?
¿Es en realidad Ab Muzen Cab, el “dios abeja”, o el “dios
descendente” de Coba? ¿Podría haber una conexión con la
estela de El Baúl del período preclásico tardío (300 a.C. a
500 AD)? ¿Dónde están las fuentes originales? Debe
observarse que entre las imágenes de la era pos-clásica han
pasado 2.000 años.

Fig.1 (izq.)
Fig. 2 (der) "Deidad cayente" de Tulum, del periodo clásico
tardío.
Nuestra búsqueda comienza en Palenque,
que experimentó su apogeo cultural y desaparición en el
período clásico tardío. Palenque es uno de los sitios más
interesantes para la investigación de la Hipótesis del
Antiguo Astronauta. Un llamado “monstruo celestial” se
encuentra en la famosa tapa de un sarcófago en el extremo
más bajo del “Templo de las Inscripciones” (675 AD). Esta
imagen generalmente simboliza el movimiento del Sol, Venus,
y otros planetas a través de las constelaciones en el cielo
nocturno y por la bóveda celeste durante el día. Según la
iconografía, la imagen existe “en el borde exterior del
Espacio (o del Universo)” (3). Al otro extremo de
la tapa está el mítico “pájaro celestial”, la “deidad pájaro
más alta”, el símbolo del vuelo y la ascensión al cielo.
¿Cuáles son las raíces de esta imagen?
Rastrear su origen no es fácil, y sólo es posible a través
de los recientes trabajos comparativos (4). Desde
que el trabajo de Thompson (5) en los años
treinta se hizo conocido que esta figura con forma de pájaro
jugó un papel significativo en la mitología maya. De hecho,
las imágenes de la figura del pájaro se extienden desde el
período pre-clásico (1.100 a.C.) a través del período
clásico (aproximadamente 900 AD) y dentro del período
pos-clásico (aproximadamente 1.500/1.697) (6).
Pueden encontrarse en Tikal, entre otros
lugares, monstruos-pájaros antropomórficos. Como el clásico
temprano Kaminaljuyu, ellos llevan sobre sus cabezas el
glifo Yax que significa “precioso” (Fig. 3). En
Uaxacatun, se dan “afijos” (sílabas agregadas), que aparecen
en las deidades-pájaro más altas y en las caras del
dios-Sol. El motivo es siempre un ser extraño con alas, a
menudo fuertemente estilizado a la típica manera maya
(4). En otros lugares, uno puede identificar
metamorfoseadas personas-pájaros que parecen volar (Fig. 4).
Fig. 3 (izq) Deidad pájaro llevando sobre su cabeza el glifo
Yax. Fig. 4 (der) Hombre- pájaro.
¿Son éstas imágenes de seres divinos? Los
investigadores mayas nunca han respondido a esta muy
sencilla pregunta. Los principales defensores cambian sus
opiniones constantemente o cometen mayúsculos errores, de
modo similar a algunos recientes escándalos en la ciencia
(7). Más y peores problemas surgieron hacia el
final del último siglo cuando algo llamado tentativamente
una “deidad” quedó permanentemente fijado con esa etiqueta.
Siguió un período en el que los expertos opinaron que hubo
muy pocos “dioses” en el sentido clásico (8).
Para fortalecer su teoría de los dioses, el gran estudioso
de los maya J. Eric S. Thompson se centró en los atributos
para ventaja propia, agregando al mismo tiempo unos pocos,
e incluso olvidándose de algunos dioses completamente
(9). Spinden y Morley introdujeron la desastrosa
teoría de la “personificación de la Naturaleza” (10)
que estaba basada en una errónea interpretación española de
la mitología de la tribu maya Manche Chol (4).
Finalmente, Tarjana Proskouriakoff propuso abandonar la idea
de cualquier dios en el período clásico. Fue Kubler
quien primero continuó sistemáticamente con estos temas
desde 1969 en adelante (11). ¿Qué se estaba
representando realmente aquí? ¿Dioses? ¿Humanos? ¿Poderes
personificados de la Naturaleza? Como resultado directo,
existe ahora un peculiar modelo conglomerado cuyo carácter
ha derivado principalmente de Schele y Freidel (3).
Según ellos, nosotros estamos tratando con representaciones
de parte de dioses, parte de antepasados deificados, y parte
de enmascaradas representaciones de los dioses.
Es importante señalar que sin tener en
cuenta cuál teoría pasa a estar en boga en este
momento; los mayas del pasado no han cambiado. Es el autor
el que cambia y crea “los mayas”, como observa Hellmuth
(4). Según la documentación etno-histórica, la
costumbre maya de quemar incienso resinoso y la ofrenda de
sacrificios de sangre son los dos más importantes rituales
para la veneración de lo divino (12). Sin
embargo, como se demuestra por la investigación PaleoSETI,
la divinidad es una cuestión del punto de vista de cada uno.
Hay varias características y rasgos especiales que ayudan a
identificar a un “ser divino”: “muy conocido, uniforme
(estandarizado), caracteres sobrenaturales que aparecen en
toda la esfera maya, y quién gozaba del culto.” (4).
En este sentido, la “más alta deidad
pájaro” es particularmente interesante. En un cuenco de la
tumba 72 en Tikal, esta imagen es del estilo pictórico
clásico temprano, pero la versión de las plumas procede del
período clásico tardío. Este motivo ha sobrevivido al
derrumbamiento de la cultura maya DC en la segundo mitad del
siglo 6to. AD. A lo largo de los siglos, la alta
clasificación jerárquica de este alado “monstruo”
permanecía.
Otra
de estas pinturas puede encontrarse en un vaso del período
clásico tardío. Dinámica y complicada, muestra a dos seres
sentados en lo alto de un árbol (Fig. 5) mirando hacia abajo
sobre un grupo de dioses y seres míticos. El estudioso maya,
Nicholas Hellmuth (4), plantea que “los nuevos
descubrimientos permiten la visión en un mundo que es tan
raro que, de momento, ningún modelo que use nuestras leyes
de la realidad puede construir. Es evidente que en el cosmos
de los mayas se han cruzado los límites del potencial humano
y los poderes animales. La investigación maya ha alcanzado
ahora un punto donde el estudio de los fragmentos de
alfarería ya no será suficiente para encontrar nuevas
respuestas.”
Hellmuth tiene razón parcialmente, pero
nosotros podemos construir un nuevo modelo de esta pintura.
Por ejemplo, el dios parecido a un pájaro está representado
junto con el “dios D” en dos ilustraciones que fueron dadas
a conocer para la publicación en 1987/88. El pájaro hace
resaltar el símbolo del tocado de la deidad, forjando una
relación íntima entre los dos.
¿Quién era este “dios D?” El investigador
ruso Yurii Knorozov, un experto en jeroglíficos (13),
descifró el glifo de su nombre como “Itzamna”, entre las
deidades más antiguas, y probablemente idéntico al del dios
creador. Itzamna es a menudo representado mirando por encima
desde la “franja celestial.” Esto consiste en jeroglíficos
rectangulares que describen cuerpos celestiales y/o
fenómenos: kin = el Sol; akab = la noche;
ek = las estrellas; caan = los cielos; uh
= la Luna, etc., “Quizás nosotros podemos deducir de esto
que el dios D residía en los cielos en el período clásico y
era por lo tanto una deidad celestial.” (14).
¿Qué intentaron expresar los artistas con
la combinación de la “deidad pájaro” y el dios “que reside
arriba en el cielo?” Quizá lo que los voladores
representan en la obra de Erich von Däniken (1):
la “gente que vuela” de México descendiendo a la Tierra
desde la cima de un mástil, atados por sogas, trazando
círculos cabeza abajo hacia el suelo, simbolizando el vuelo
de seres del cielo parecidos a los humanos, y su arribo a la
Tierra.
En
una ilustración de Clavijero del siglo18 (15),
existe un detalle que ya no es más parte de una presentación
de hoy en día: junto con los indios, se ven grandes
pájaros moviéndose en espiral hacia abajo en dirección a la
Tierra (Fig. 6). La conexión entre la “gente que vuela” con
sus antepasados y la “deidad pájaro” es aun más pronunciada.
“Los trajes de los bailarines humanos y los gobernantes
así como otras figuras históricas en los monumentos, las
pinturas murales y las cerámicas, fueron ideados para
significar posiblemente una metamorfosis. El estudio de
figuras humanas en trajes y/o máscaras proporcionan tanta
información como las deidades reales, porque las
realizaciones del culto maya eran una expresión directa de
su religión.” (4). Esto es evidente con las
representaciones en varias estelas y vasos donde las
“deidades” fueron mostradas de esta manera, y “el ala
parece ser un atributo en vez de una parte funcional del
cuerpo.” (4).
Un ala es un atributo para volar, y en
relación con ciertos otros símbolos, como el infijo akbal
(que significa “oscuridad”) y el glifo kin para el
“Sol”, la conexión con el espacio o el Universo se pone
bastante clara. Así pues, ¿en qué evento real está basada la
“actuación del culto” de los voladores? ¿En qué
religión maya como un todo está basada?
Para contestar esta pregunta, tenemos que
regresar a las fuentes originales: la primera estela maya en
Izapa. El Baúl también pertenece al mismo período cultural
(1) como el ser parecido a un astronauta,
simplificado y desestimado como un “jugador de pelota” por
los investigadores mayas.
En Izapa hay interpretaciones que son a
veces consideradas barcos. Sin embargo, podría ser que
nosotros estemos viendo objetos que se mantienen inmóviles
en el aire con personas sentadas dentro (16). La
imagen es dominada desde arriba por las protoclásicas
personas pájaro, con figuras sostenidas en el aire (Fig. 7).
¿Qué estaba tratando de describir el escultor? ¿Quizás la
simbólica representación de un vehículo volante en el cual
seres semejantes a los humanos arribaron a la Tierra? ¿Seres
que vinieron del “espacio exterior (o del Universo)”
(3), quienes hubieron experimentado la ingravidez en
el espacio profundo y hecho contacto con los antepasados de
los mayas? ¿Fue este contacto tan importante que sus
orígenes encontraron su sentido profundo en la mitología de
los mayas, influyendo en su cultura y afectando incluso su
posterior contacto con los europeos hace 500 años?

Fig.
7 Personas pájaro sostenidas en el aire
Los rastros incluso nos llevan más atrás
en el tiempo, directamente dentro del período preclásico de
los olmecas. En Oxtotitlan, puede encontrarse una de las
primeras de estas figuras. Ésta nos mira fijamente en la
forma de una gran piedra policromada pintada sobre la
entrada de una cueva (Fig. 8). La pintura fue creada entre
el 800 y el 700 a.C. (17). En una dinámica
postura fuera de lo normal, la figura está sentada en un
trono de jaguar, y parece estar encerrada herméticamente en
alguna clase de traje. La cara está protegida por un casco,
y las plumas indican una posible conexión con el vuelo. La
mano izquierda de la figura señala hacia el cosmos. A. L.
Schaffer (18) indica que la gente del período
clásico tardío también pudo ver e interpretar esta pintura
muy fácilmente. La piedra yace en una ruta de comercio,
probablemente en una ubicación estratégicamente importante.
Allí está él: el “dios-pájaro”, justo en
el principio de las culturas Olmeca y Maya. A través del
simbolismo y lenguaje del cuerpo, él apunta inequívocamente
hacia el cosmos. (La teoría de que los dioses mayas se
originan en la era de los olmecas quedó demostrada por W.
Haberland (19), entre otros). Durante siglos, la
representación del “dios-pájaro” cambia, pero no su
naturaleza y esencia. En el mismo momento en que la cultura
Maya estaba llegando a su fin, él todavía aparece como el
“cayente dios volante” de Tulum, purificado de la
abstracción del período clásico. Su imagen se encuentra
sobre la entrada a la única cámara de un edificio, sus
paredes decoradas una vez con una intrigante y
extraordinaria pintura del cielo nocturno surcado por Venus
e iluminado por numerosas estrellas, y entre todo ello,
imágenes de la serpiente sagrada (20). Hay muchas
otras representaciones de dioses voladores de esta era
tardía, que pueden indicar un evento que involucra el
contacto con una inteligencia extraterrestre durante este
período.

Fig. 8 Figura sentada en un trono de jaguar, vestida con una
especie de traje herméticamente cerrado, la cara portegida
por un casco y con plumas que indican una posible conexión
con el vuelo.
En el centro de Flores, la ciudad capital
del distrito guatemalteco de Peten, se encuentra una
interesante y significativa estela. Nosotros la descubrimos
por casualidad en una tarde durante un viaje en 1992, justo
cuando la suave luz del sol poniente iluminó a dos dioses
voladores del partenón maya. Éstos eran llamados
“dioses-remeros” en “sagradas vestiduras” (3).
La estela representa las imágenes bien
definidas de dos dioses suspendidos en el aire sobre el
gobernante en una peculiar posición en cuclillas; vemos las
manos estar alcanzando palancas o botones, y los ojos
parecen estar observando instrumentos. Esta estela pertenece
a uno de los últimos pilares de piedra tallados creado antes
del gran declive de la cultura Maya en el 879 AD. Ese mismo
año, se erigió una estela en Tikal y también en la pequeña
ciudad de Jimbal. El mismo motivo aparece y alcanzaría la
perfección siglos después en Chichén Itzá y Mayapán.
¿Fueron ellos dioses o astronautas?
¿Influyeron en la grandeza y decadencia de una civilización?
Hoy, sólo son los mitos, las leyendas, y las piedras (!) las
que hablan. El desciframiento no
es fácil, pero es indiscutiblemente gratificante.
Debemos tener cuidado de no cometer los
errores de los colegas del etnólogo Hellmuth (4)
a quien ellos acusaron de “tergiversar al maya” según las
ideas modernas. No deberíamos aceptar el hecho de que una
muy realista y moderna interpretación tiene que ser
simplemente ignorada y quedar así excluida de la
investigación maya. Debe hacerse un firme esfuerzo para
poner el énfasis en la hipotética posibilidad de contactos
con extraterrestres, que fueron luego erróneamente (!)
deificados.
Referencias:
(1)
Däniken, E.v.: Der Tag an dem die
Götter kamen. München. 1984.
(2)
Däniken, E.v.: Die Spuren der
Ausserirdischen. München. 1990.
(3)
Schele, L. und Freidel, D.: Die
unbekannte Welt der Maya. München. 1991.
(4)
Hellmuth, N.: Monster und Menschen
in der MayaKunst. Graz. 1987.
(5)
Thompson, J.E.S.: The Rise and
Fall of Maya Civilization. Norman. 1954.
(6)
Sebolff, J.: The New Archaeology
and the Ancient Maya. New York. 1990.
(7)
Fiebag, J. und P.:
Wissenchaftshygiene und PaläoSETI. Ancient Skies. 1991
(8)
Proskouriakoff, T.: Olmec Gods and
Maya Gods Glyphs. In: M. Giardiarno et al. (Hrsg.) Codex
Wauchope: A Tribute Roll Tulane. 1978.
(9)
Thompson, J.E.S.: Sky Bearers,
Color and Directions in Maya and Mexican Religion,
Contributions, 10/436, CIW, Washington.
10) Morley,
S.: The Ancient Maya. Polo Alto. 1946.
11) Kubler,
G.: Ancient American Gods and their Livieng Impersonators.
Apollo,
London,
1984.
12) vgl.
Hellmuth, N.: Monster,a.a.O.
13) Knorozov,
T.: Maya Hieroglyphic Codices, Albany, 1982.
14) Grube, N.:
Die Göttergestalten der Handschriften und ihre Hieroglyphen.
In:
Chac tun-die
Götter der Maya. Köln, 1986.
15) Prokosch,
K.: Drama, Dance and Mussic. In: N. Manning (Hrsg.).
Handbook of
Middle
American Indians. Vol. 6. Austin, 1967.
16) Prem, H.
und Dyckerhoff, U.: Das Alte Mexiko. München, 1986.
17) Grove, D.:
The Olmec. Washington D.C. 1970
18) Schaffer,
A. L.: The Maya Posture of Royal Ease. In: G. Robert son (Hrsg.),
Sixth
Palenque Round Table, 1986. Norman, 1991.
19) Haberland,
W.: Amerikanische Archäologie. Darmstadt, 1991.
20)
Bloomgarden, R.: Tulum und Coba. Mexico D.C. 1982.
LOS
AUTORES:
Johannes Fiebag,
fallecido
en 1999, estudió geología, paleontología, física y geofísica
en la Universidad de Wurzburg (Alemania). Escribió numerosos
artículos científicos y también varios libros sobre la
hipótesis de las paleovisitas extraterrestres.
Peter
Fiebag
estudió filología, economía y ciencias de la comunicación en
la Universidad de Guttingen (Alemania). Ha publicado gran
número de artículos y varios libros en el campo de los
antiguos astronautas.
© Johannes Fiebag/Peter Fiebag – Derechos reservados.
Traducido y reproducido con permiso expreso de los
autores.
Prohibida su reproducción sin autorización previa de los
autores
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