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“Damas y caballeros, ustedes posiblemente
no piensan que yo haya podido obtener una cátedra por las
cosas que estoy ahora presentando aquí. Yo me encontraba en
doce diferentes listas alemanas de solicitud. Mi petición
era rechazada en todas partes debido a que temían que yo
pudiera ser el hazmerreír de la investigación de la biología
alemana. Por lo tanto, primero tenía que ganar mi reputación
haciéndome un nombre en la Oceanografía, hasta que lograra
una cátedra. Luego pude dedicarme a lo que yo siempre quise.
Y eso, señoras y señores, es la verdad.”
Esta cita de una conferencia de 1987 dada
en un simposio internacional (1) por el Prof. Dr.
R. Riedel, presidente del Instituto Zoológico de Viena,
parece ser la terriblemente sintomática actitud actual en la
ciencia moderna: a nadie se le permite ya decir lo que
realmente piensa. Más específicamente, para alcanzar la
cima de cualquier campo de la ciencia, a uno sólo se le
permite impartir la sabiduría que está “pre-aceptada” o
“permitida.” Dogmáticos, fosilizados, auto-ratificados,
auto-celebrados, los sistemas universitarios casi nunca
permiten pensadores de vanguardia para los puestos de
dirección. Ellos son vistos como disidentes. El resultado de
esta actitud dominante en la educación es que esos
recientemente entrenados “científicos” carecen por completo
de un eje interdisciplinario.
Un triste estado de cosas, en efecto.
En 1991, un terremoto periodístico
retumbó por la comunidad científica internacional:
“Descuido, Falsificación y Arrogancia” ponía el titular del
reputado periódico alemán Frankfurter Allegemeine
(2), cuando informó acerca de una serie de
escándalos en la investigación científica. Por ejemplo,
durante un experimento de biología en los Estados Unidos,
una simple lapicera negra fue usada para pintar manchas en
la piel de ratones blancos para falsear y “documentar”
fotográficamente un exitoso trasplante de piel. Enredado en
este penoso asunto, estaba el ganador del Premio Nobel,
Presidente de la Universidad Rockefeller de Nueva York, y
biólogo molecular Prof. David Baltimore y su protegida, la
profesora de biología Tereza Imanishi-Kari. La última
incluso publicó sus supuestos experimentos con ratones
transgénicos y “los resultados” en la publicación científica
Cell, en 1986.
Un reguero de
sorprendentes inconsistencias
Poco después, Margot O´Toole, una joven
científica que trabajaba en el laboratorio de Imanishi-Kari,
se encontró con un reguero de inconsistencias. ¡Ella se dio
cuenta de que tal experimento crucial, supuestamente
realizado por su superior, Imanishi-Kari, nunca tuvo lugar!
Extrañamente, Frankfurter
Allgemeine
nunca publicó una retractación. ¿Su
explicación? No importaba - el trabajo de investigación
contenía sólo “errores menores.” Pero los biólogos Walter
Stewart y Ned Feder también encontraron mayúsculas
contradicciones entre los supuestos datos obtenidos
experimentalmente y su interpretación, y John Dingell, un
miembro de la Cámara de Representantes americana, lo
denunció.
Comenzaron otras investigaciones, se
mantuvieron sesiones, y finalmente incluso la CIA se
involucró, secuestrado mediciones falsificadas y notas del
laboratorio. Sólo llegado a ese punto fue que David
Baltimore decidió disculparse públicamente con Margot
O´Toole después de destruir su carrera científica.
Según Baltimore, la comprensión de que Tereza Imanishi-Kari
había trabajado con datos falsificados era “impactante y
entristecedora.” A pesar de esto, Baltimore, que fue acusado
de dar falso testimonio deliberadamente, conservó su puesto
como Presidente de la Universidad Rockefeller. La Prof.
Imanishi-Kari continuó enseñando en la Universidad Tufts.
Según Frankfurter Allgemeine, ¡“un famoso colega”
criticó la conducta de Margot O´Toole hacia su superior,
declarando que la carrera y reputación de un investigador
siempre tiene precedencia por encima de la
exactitud científica (!) y siendo científicamente preciso!
La búsqueda de la
verdad
La mayoría de los investigadores
internacionales guarda silencio sobre el tema de la
integridad científica. Es tabú. Sólo unos pocos, como el
conocido bioquímico Paul Doty (3) critica
abiertamente estas condiciones señalándolas como alarmantes
y de una divergencia monstruosa con los principios
fundadores de la ciencia. Todo científico, dice Doty, tiene
el deber y la obligación de buscar enérgicamente la verdad
incondicional. Sin embargo, las comisiones de
investigación están ocupadas por simpatizantes de Imanishi-Kari
que, encima de todo lo demás, entregan informes cruciales
demasiado tarde, dilatando deliberadamente las publicaciones
por más de un año. El siguiente comentario en el
Frankfurter Allgemeine (4) consigna
correctamente que “estos incidentes han demostrado
claramente que el desmoronamiento de la correcta
investigación científica está muy avanzado. La investigación
y el desarrollo se ha vuelto nada más que un negocio
lucrativo para muchos en el que no es de acceso prohibido
ser incluso científicamente criminal.”
Una conclusión tan fría podría ser
considerada un poco exagerada si no fuera por una serie de
otros acontecimientos escandalosos: el asunto que rodea al
supuesto descubridor del SIDA, Robert Gallo, o el descarado
escándalo sobre “la fusión fría.” También fue recientemente
revelada la sorprendente malversación de millones de dólares
del presupuesto federal americano reservado para la
investigación científica que fue usado en cambio por
profesores de las universidades de elite para sus propios
viajes de vacaciones caribeñas, joyería, viajes de golf o
caras visitas a la ópera y teatros. ¿Qué más podría sacar a
la luz una investigación completa del destino final de los
fondos de la investigación científica…?
Los representantes de la ciencia ortodoxa
han acusado a menudo a la Teoría del Antiguo Astronauta - y
a Erich von Däniken, en particular, como uno de sus
defensores más populares - de estar plagada de
falsificaciones, plagios, credulidad, falsa opinión, y de no
reconocer la información establecida e identificable
científicamente. Sin embargo, a la luz de las historias que
gradualmente van surgiendo sobre las propias deficiencias de
la llamada “legítima” comunidad científica, no sólo es
necesaria una cuidadosa limpieza, sino que ésta requiere ser
llevada a cabo a gran escala. Aquellos que están en la cima
de la comunidad científica – los auto-engrandecidos, no
cuestionados, irreflexivos, auto-beneficiados individuos que
intentan remendar los grandes vacíos del conocimiento, que
evitan las preguntas incómodas, que se dan unos a otros
palmaditas en la espalda - deben ser destituidos hoy.
AHORA. Si no, los principios fundacionales de
objetividad e imparcialidad en la investigación están en
serio riesgo de desaparecer para siempre. Las consecuencias
de tal condición son imprevisibles, pero ciertamente sería
un futuro nefasto para la ciencia.
Hasta donde estos acontecimientos se
relacionan con la investigación del Antiguo Astronauta,
echemos una atenta mirada al Prof. Herbert Wilhelmy. Algunas
de sus publicaciones e imputaciones sirven como ejemplos
para una obligada y rigurosa limpieza de la ciencia.
Wilherlmy estudió geografía, geología, economía y etnología
y, empezando en 1942, ocupó profesorados en Kiel, Stuttgart
y Tübingen, Alemania. El tufillo rancio de “profesor” lo
rodea, y su libro Welt und Umwelt der Maya (El Mundo
y Medio Ambiente de los Maya) (5) está entre los
trabajos clásicos de la investigación maya.
Pero si miramos el duodécimo capítulo de
su libro más detenidamente (titulado “Las Influencias
Extranjeras en la Civilización Maya - Especulación sobre los
Primeros Navegantes y los Antiguos Astronautas”), Wilhelmy
escribe: ”…supuestamente, los dioses astronautas de
Däniken habrían llegado del espacio a la Tierra en grandes
naves espaciales hace más de 10.000 años” y que EvD hizo
“una conexión entre dos lugares en su desembarco en la
Tierra (…) sobre todo en la Península de Yucatán” (a
saber, Palenque y La Venta). Esta frase sólo pone en
evidencia el dudoso acercamiento de Wilhelmy al análisis
crítico. Su libro, publicado en 1989, cita sólo Chariots
of the Gods y Gods from Outer Space - publicados
respectivamente en 1969 y 1970. Parece que los trabajos
posteriores de von Däniken y otros autores se le han
escapado completamente, sobre todo el libro exclusivamente
dedicado a los mayas publicado por EvD en 1984: El día
que llegaron los dioses (todavía no disponible en
inglés) (6). En ningún otro campo de
investigación sería aceptable citar solamente trabajos de
casi veinte años de antigüedad ignorando por completo al
mismo tiempo las publicaciones subsecuentes. Nadie podría
hoy ofrecer argumentos legítimos basados en el conocimiento
de 1970 con relación a la tecnología del viaje espacial,
biología (es decir, tecnología genética), informática o
astronomía. Tal ejercicio sería fútil. ¿Pero esto está
permitido en la investigación maya? ¿Cómo es?
La afirmación de
estar exclusivamente en lo cierto
Wilhelmy comete su segunda falacia al
afirmar que su punto de vista es la única respuesta
correcta. Él críticamente “echa por tierra” la descripción
de von Däniken de un monolito (representado aquí) de La
Venta (Villahermosa, México) sobre el que EvD escribe:
“Allí se encuentra un monolito diestramente trabajado en el
que está representada una serpiente o incluso un dragón (…)
dentro de la criatura hay un ser sentado (…) sus pies están
sobre pedales, su mano izquierda está sobre una palanca (…)
Su cabeza está cubierta con un ajustado casco (…) justo
delante de sus labios hay alguna clase de dispositivo que
puede identificarse como un micrófono (…)”
(7)

Wilhelmy comenta: “Desgraciadamente,
las ilustraciones que vemos en el libro de von Däniken son
de una calidad bastante pobre, tanto así que cuando se la
compara con el monolito original de Villahermosa, uno
reconoce que ésta no es la representación de un dragón sino
la de una gigantesca serpiente que está custodiando un
sepulcro o un sarcófago con una persona muerta y agachada en
su interior.” (5)
En efecto, algunos de los atributos - por
ejemplo, los cascabeles en su cola - indican una serpiente
gigantesca. ¿Pero cómo podemos descifrar inequívocamente la
imagen de una “persona muerta?” ¿Quién lo dice? ¿Son también
de “calidad bastante pobre” las ilustraciones que se
encuentran en las publicaciones científicas, especialmente
cuando otros arqueólogos reconocen a la bien conocida
deidad Kukulkán en esta versión? Y para ellos, él no está
“muerto”, o dentro de un “cámara mortuoria.” ¡Muy por el
contrario! Él está muy vivo, pareciendo sostener una vasija
de incienso. (8)
A pesar de las debilidades obvias de
estos argumentos, los periódicos se apresuraron a divulgar
esta llamada “refutación.” Por ejemplo, Hans Schönfeld
escribió en el Berliner Zeitung, refiriéndose a EvD:
“… el autor de ciencia-ficción puede ser refutado
fácilmente. Él sostiene que viajeros espaciales
extraterrestres visitaron la Tierra hace más de 10.000 años.
¡Pero el monolito del dragón que él describe en La Venta
sólo tiene entre 2.000 y 3.000 años de antigüedad!”
(9) La Carta al Editor de EvD (¿“Dónde feché yo
el monolito de La Venta en 10.000 años?”) (10)
nunca fue publicada por el periódico. Al parecer, la
corrección de un error no debe de ser un procedimiento
usual…
Le serviría mucho a Wilhelmy y a otros
críticos considerar en sus ataques futuros la explicación
del famoso investigador de la cultura Maya, Prof. Dr. Jeremy
A. Sabloff (11): “Los arqueólogos de hoy de
repente piensan que las creencias previamente acorazadas de
objetividad puramente científica se han vuelto insostenibles
cuando se está investigando el pasado. Ellos han comprendido
que la investigación arqueológica está ahora indudablemente
influenciada por opiniones absolutamente teóricas y
subjetivas de aquellos que la llevan a cabo. Esto no es sino
una abominación de la verdadera ciencia.
Tal conducta debe detenerse cueste lo que
cueste.”
Esto se aplica a otro ejemplo que
Wilhelmy revela a sus lectores: Palenque. La magnífica losa
del sarcófago de Palenque se ha mencionado muchas veces;
también se la ha interpretado de muchas maneras. Pero
Wilhelmy ofrece su propia interpretación, que él afirma es
indubitable: es el dios del maíz, Yum Kax.
Cualquier otra explicación, según
Wilhelmy, es pura tontería.
Según Wilhelmy, EvD está manipulando a
sus lectores sugestivamente, puesto que él “ve la tapa
del sarcófago del lado equivocado, a saber del lado largo
(…) Sin embargo, la posición de la tapa en la estrecha
cámara de la tumba y la composición total del relieve no
deja ninguna duda de que el lado corto era el lado para
verlo. ¡Sólo desde tal perspectiva la hechura del relieve
tiene sentido!” (5) Si él no estuviera
tratando el asunto tan en serio, uno se reiría a carcajadas.
¡Incluso Wilhelmy debería haber notado que el ángulo de
visión que él propone hace la interpretación todavía
mucho más parecida a la de un astronauta despegando
hacia el espacio! Pregunta: ¿Quién
está manipulando a quién aquí?
Manipulación
He aquí otro ejemplo de cómo un
reconocido “científico” criticará a otros, mientras
permanece completamente inflexible en sus propias opiniones.
Wilhelmy: “En lo que respecta al inadecuado conocimiento
(de EvD) de la literatura de investigación me permito citar
simplemente un ejemplo. Él habla del Sagrado Cenote de
Chichén Itzá, y un segundo cenote no muy lejos, del que los
habitantes del centro ceremonial sacaban su agua potable.”
EvD: “Estos (los cenotes) se parecen de manera asombrosa (…)
incluso el nivel de agua parece ser igual (…) Sin duda, esos
dos pozos son de la misma edad, y posiblemente ambos deben
su existencia al antiguo impacto de meteoritos. El
misterioso velo, que se extiende por encima de una
circunstancia absolutamente explicable y que se ha explicado
hace mucho tiempo, es una invención de la imaginación
desenfrenada de Däniken. Los cenotes no son los cráteres de
impacto de meteorito, sino que se formaron cuando los techos
de las cavernas de caliza se derrumbaron, los cuales se
extienden ampliamente por el norte de Yucatán (…) La
creación de los cenotes ha sido explicada desde 1910; todos
los importantes trabajos clásicos sobre la civilización Maya
(…) dan cuenta de éstos y ha sido científicamente,
inequívocamente, y rotundamente resuelto.” (5)
Desafortunadamente para Wilhelmy, el
único hecho realmente resuelto es que hasta los científicos
reputados pueden estar a todas luces equivocados - sobre
todo esos que gritan muy fuerte que sus rigurosas e
inflexibles creencias son correctas. El argumento
“dementi-cenote” de Wilhelmy ilustra este hecho
perfectamente. ¿A qué nos referimos aquí?
Hace aproximadamente 66 millones de años,
al final del Cretáceo de la Era Terciaria, los dinosaurios,
junto con tres cuartos de la fauna, se extinguieron. Esta
extinción ocurrió casi de la noche a la mañana. La mayoría
de los geólogos que han llevado a cabo la investigación de
este cataclismo supone que el impacto de un enorme meteorito
dañó el medio ambiente por miles de años (partículas de
hollín en el aire, importante descenso de la temperatura,
roca evaporada que fue causa de lluvia ácida, etc.)
ocasionando tal sorprendente extinción. Pero durante mucho
tiempo, la teoría no pudo demostrarse sin el descubrimiento
de un posible sitio de impacto de un meteorito de ese
tamaño.
Sin embargo, desde comienzos de 1990,
esta situación ha cambiado radicalmente. ¿Dónde se
encontraba el cráter de impacto? ¡En Yucatán! Antes
de eso, los geólogos habían descubierto capas sumamente
espesas de escombros y piedra fundida en las capas
sedimentarias del período Cretáceo/Terciario en el área
caribeña. Esto permitió deducir que el cráter
correspondiente no podía estar muy lejos, quizás en el fondo
del mar, o al sur de Cuba. En aquel entonces, en 1987,
fotografías satelitales de la NASA causaron sensación; en un
esfuerzo por reconstruir el sistema de suministro de agua de
los mayas con la ayuda de estas fotografías, los geólogos se
encontraron con un semicírculo de cenotes que mide aprox.
200 km (124 millas) de diámetro (12). Hoy, los
geólogos están bastante seguros de que este anillo (que
también incluye los cenotes de Chichén Itzá) forma el borde
del complejo de impacto del meteoro gigantesco. En las capas
de piedra de abajo que estaban aplastadas por el impacto, el
agua podía ahora circular mejor, ocasionando la disolución
de la caliza en la parte superior después del impacto, ¡y
esto creó los cenotes! El Cráter de Chikxulub (así llamado
por un pueblo pequeño cerca de Mérida en el centro del
complejo del impacto) se considera ahora que es el “Primer
Candidato” en la búsqueda del responsable en provocar la
extinción de los dinosaurios.
¡Por consiguiente, contrariamente a lo
que Wilhelmy intentó sugerir, EvD (cuyas palabras textuales
fueron: “… y posiblemente los dos deben su existencia al
antiguo impacto de meteoritos” y NO que estos
eran cráteres de meteorito) estaba realmente muy acertado!
Concediendo incluso que un “erudito infalible” como Wilhelmy
no podría saber lo que resultarían ser los cenotes. Pero
este ejemplo demuestra cómo el aferrarse rápido como un rayo
a algo “cierto” y “establecido” puede resultar ser un error.
Ésta debería ser una lección de que hasta las ideas
“especulativas” – de los científicos y los no científicos
por igual - pueden resultar estar más próximas a la verdad
que lo que anteriormente se creía.
Una cosa está clara: se cometen y se
han cometido errores, en ambos campos. La primera regla
debe ser corregir los errores; no taparlos. La variedad de
instrumentos y hechos comprobados a disposición de la
ciencia es inmensa y también debería usarse para la
investigación de la Teoría del Antiguo Astronauta -¡y
viceversa! La vigilante prudencia debe ejercerse donde sea
que una hipótesis o teoría es declarada como “evidencia
irrefutable” por profesores universitarios, sobre todo
cuando es evidente que ha tenido lugar una manipulación. Por
consiguiente, una limpieza de la ciencia siempre será
necesaria, ahora y en el futuro.
Referencias:
(1)
Schidt. F. (Hrsg.):
Neodarwinistische oder kybernetische Evolution? – Bericht
über ein internationals Symposium vom 15. bis 17. Juli 1987
in Heidelberg. S. 67. universitätsdruckerei Heidelberg 1988.
(2)
Schlamperei. Betrug und Arroganz.
Frankfurter Allgemeine Zeitung, 5. juni 1991. s. N1.
(3)
Doty. P., in: Nature. 352. 183.
1991.
(4)
Wissenschaftshygiene. Frankfurter
Allegemeine Zeitung. 12, Juni 1991. S. N1
(5)
Wilhelmy. H.: Welt und Umwelt der
Maya. München, 1989.
(6)
Däniken, E.v.: Der Tag an dem die
Götter kamen. München, 1984.
(7)
Däniken, E.v.: Zurück zu den
Sternen. Düsseldorf-Wien, 1969
(8)
Mdl. Mitt, Prof. Dr. Gordon
Whittaker. Inst. F. Völkerkunde. Univerisität Göttingen.
(9)
Schönfeld, H.: Wie der Maisgott in
das Raumschiff kam. Berliner Zeitung. 13. Dezember 1989.
(10)
Däniken, E.v.: Unveröff Leserbrief
an die BZ vom 22. Dezember 1989.
(11)
Sabloff, J.A.: Die Maya.
Heidelberg 1991.
(12)
NASA-News. Nr. 71 vom 9. Mai 1991.
LOS AUTORES:
Johannes Fiebag,
fallecido en 1999, estudió geología, paleontología, física y
geofísica en la Universidad de Wurzburg (Alemania). Escribió
numerosos artículos científicos y también varios libros
sobre la hipótesis de las paleovisitas extraterrestres.
Peter Fiebag
estudió filología, economía y ciencias de la comunicación en
la Universidad de Guttingen (Alemania). Ha publicado gran
número de artículos y varios libros en el campo de los
antiguos astronautas.
© Johannes Fiebag/Peter Fiebag – Todos los derechos
reservados.
Traducido y reproducido con permiso expreso de los
autores.
Prohibida su reproducción sin autorización previa de los
autores
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