En noviembre de
1929, Malil Edhem, a la sazón director de los Museos
Nacionales Turcos, ordenó que se procediera a realizar un
inventario y clasificación de todo el contenido del Museo
Topkapi de Estambul. Fue entonces cuando se encontraron dos
fragmentos de un mapamundi que se creían desaparecidos, los
cuales habían sido trazados por el marino turco Piri Muhyi ‘I
Din Re’is – más conocido como Piri Reis - en el año
1513.
Héroe para algunos
y pirata para otros, este notable navegante había dibujado su
extraordinario mapamundi sirviéndose de unos veinte mapas
diferentes, según él mismo declara en su Bahriye – o
libro de Memorias, que textualmente significa El Libro del
Mar. Y es en la Inscripción VI de esa obra que
escribe al respecto: “…. Nadie en este siglo posee un
mapa similar… (confeccionado) a partir de unos veinte
mapas de Mappae Mundi – trazados en los días de Alejandro, el
señor de los Dos Cuernos, y muestran la parte habitada del
mundo. Los árabes los llaman Zaferiye. Este mapa fue realizado
partiendo de ocho Zaferiyes del tipo mencionado y de un mapa
árabe del Hind, del Sind y de la China…y también ha sido
realizado partiendo de un mapa diseñado por Colombo que
muestra la región occidental…Reduciendo todos estos mapas a la
misma escala, he llegado a esta disposición final…”
Nadie en ese
siglo poseía un mapa similar
Sin la menor
duda, la afirmación de Piri Reis de que nadie poseía por
entonces un mapa como el suyo es una verdad incontestable. En
efecto, no fueron sino los mejores expertos en cartografía del
siglo XX quienes, asombrados, confirmaron sus dichos. Pero eso
no sucedió hasta después de finalizada la Segunda Guerra
Mundial, cuando en 1953 unas copias de estas cartas de
navegación fueron a parar casualmente a manos del cartógrafo
norteamericano Arlington H. Mallery, un especialista en mapas
antiguos, quien de inmediato advirtió que había dado con algo
fascinante desde cualquier punto de vista.
De manera
inexplicable, el mapa de Piri Reis evidencia un
conocimiento avanzado sobre trigonometría esférica y la
estructura general del “globo terráqueo” que era del todo
ajeno en el pasado. Con exactitud de proporciones y
distancias entre el Viejo y el Nuevo Mundo, no sólo
figuran allí los contornos de la costa americana, incluyendo
partes supuestamente desconocidas para la época del almirante
turco, sino también los de la Antártida, que no fue
descubierta hasta 1818. Pero hay algo incluso más
sorprendente en estas enigmáticas cartas: allí donde hoy en
día azotan las enormes olas del océano, una estrecha franja de
tierra, como un puente intercontinental, une a Tierra del
Fuego con la Antártida, y este último continente se muestra
con sus costas, islas y bahías, ¡tal cual era antes
de que los hielos lo cubriesen por completo!
Con la colaboración
de su colega I. Walters, del Instituto Hidrográfico de la
Marina de los Estados Unidos, Mallery investigó a fondo los
mapas, comparándolos con los más modernos conocimientos (ambos
confeccionaron una especie de rejilla que les permitió hacer
un estudio comparativo de datos y dimensiones y trasladarlos
luego a un moderno globo terráqueo), y finalmente declaró:
“En la época en que fue trazado el mapa, no sólo hacía falta
que hubiesen habido exploradores, sino también técnicos
en hidrografía particularmente competentes y organizados, ya
que no se puede dibujar el mapa de continentes o de
territorios tan grandes como la Antártida, Groenlandia o
América, como al parecer fue hecho hace algunos milenios, por
un solo individuo o hasta un pequeño grupo de exploradores.
Para ello hacen falta técnicos experimentados familiarizados
con la Astronomía, así como métodos necesarios al trazado de
mapas. No comprendemos cómo esos mapas pudieron ser
trazados sin ayuda de la aviación. Además, las longitudes
son absolutamente exactas, lo que nosotros mismos no sabemos
hacer sino desde hace apenas dos siglos”
¡Hace
milenios!
La perplejidad de Mallery y
Walters no carecía de fundamento. Más allá de las otras
meticulosas y desconcertantes exactitudes del mapamundi de
Piri Reis, el hecho de que éste mostrara los perfiles
costeros de la Antártida bajo la capa de hielo y el puente
entre este continente y el sudamericano - que hoy no pueden
verse si no es a través de los más modernos medios científicos
- ponía de manifiesto que se estaba ante un registro llevado
a cabo hace por lo menos unos ¡once o doce mil años!
Es decir hacia finales de la Era Glacial.
De hecho,
otros científicos de gran reputación confirmaron lo antedicho.
Como por ejemplo el jesuita y sismólogo R.P. Linehan, del
Observatorio Astronómico y Geológico de Boston, quien sostuvo
que “el método sísmico nos ha permitido descubrir cosas que
parecen confirmar en gran medida los detalles geográficos
apuntados en esos mapas”; o bien el gran veterano de la
cartografía, profesor Charles H. Hapgood, que dijo sin rodeos:
“Las líneas costeras tuvieron que ser cartografiadas
antes de que el continente quedara cubierto por el hielo.
En esa región la capa de hielo alcanza cerca de una milla de
espesor. No tenemos la menor idea de cómo esos datos
pudieron señalarse en el mapa con sólo los conocimientos
geográficos de 1513.”
EL AUTOR
estudió abogacía en la
Universidad de Buenos Aires (Argentina). Es periodista versado
en ciencia y fue coordinador documental de la revista
Cuarta Dimensión, jefe de redacción de otras publicaciones
especializadas y actualmente es el editor de
antiguosastronautas.com. Desde 1980 ha publicado gran
número de artículos referidos a la hipótesis de las
paleovisitas extraterrestres.
© César Reyes de Roa, 2005 – Todos los derechos reservados.
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