En el Parque Olmeca
de la Venta, cerca de Villahermosa, en México, se puede
admirar una bella figura esculpida en piedra que representa
a un personaje de perfil sentado en el interior de - o
rodeado por - una figura zoomorfa que evoca a la mítica
“serpiente alada” que los mayas llamaron Kukulkán y los
aztecas Quetzalcóatl. De hecho, esta magnífica obra de los
antiguos artistas olmecas, hallada en La Venta y conocida
como Estela o Monumento 19, es considerada por los
especialistas como la primera representación de la
“serpiente emplumada” en Mesoamérica.

En mi artículo
La Era de las Serpientes Cósmicas he aportado, a mi
entender, suficientes elementos de juicio para establecer
una relación entre la hipótesis del antiguo astronauta
y las remotas tradiciones que sobre las “serpientes aladas”
hay en el mundo, concluyendo en la posibilidad de que tales
“raras serpientes”, que inexplicablemente se elevaban en el
aire como pájaros, bien pudieron haber sido en realidad
alguna especie de aparato volador con una peculiar forma
aerodinámica. No insistiré con eso ahora, pero permítaseme
llamar la atención sobre ciertos detalles significativos
acerca del “humano” que aparece sentado en la figura olmeca
que de momento nos ocupa, a saber: 1) lleva un casco o
escafandra (a la manera de un astronauta moderno) – cuyo
parecido con el “rostro” de la “serpiente alada hace
referencia a la noción de “vuelo”; 2) su mano izquierda
parece estar manipulando algo similar a una palanca o
comando de alguna clase (ver al respecto mi artículo
Surcando los cielos antiguos); 3) sobre su cabeza
hay dos objetos de forma cuadrada que hoy bien podrían
interpretarse – en el contexto de una nave - como monitores
de computadora, por ejemplo; 4) y, finalmente, en su mano
derecha sostiene una pequeña “bolsa” o “recipiente”
de desconocida utilidad práctica en ese escenario.
Difícil de
interpretar según los postulados de la arqueología
tradicional, esta curiosa estela es sin embargo, a mi
juicio, una pieza interesante dentro del rompecabezas
de la investigación PaleoSETI, muy especialmente si ponemos
acto seguido la mirada en el otro lado del mundo y
comparamos, en el marco de las divinidades aladas,
personajes y algunas actitudes semejantes.
Los
Anunnaki de los sumerios
Si en efecto
astronautas extraterrestres llegaron a la Tierra hace varios
miles de años, es de suponer que algunos de los primeros
artistas que describieron para la posteridad sus muy
peculiares características “celestiales” deben de haber
coincidido en destacar ciertos elementos comunes,
independientemente de lo que atañe a los estilos artísticos
dominantes de cada cultura. Por consiguiente, si como ha
sostenido Zecharia Sitchin durante décadas, los Anunnaki
(“Aquellos que bajaron del
cielo”) fueron en realidad alienígenas que laboraron en la
evolución y desarrollo cultural de la primigenia humanidad,
uno debería hallar en las manifestaciones del arte sumerio
semejanzas (por lo menos algunas) que permitan sostener tal
hipótesis de trabajo en términos comparativos con otros
indicios que van en idéntico sentido. Por ejemplo: nuestro
peculiar personaje olmeca.
Deidades aladas que nos remiten
sin más ni más a la noción de vuelo, como vemos en las
imágenes que ponemos a continuación, nos darían mucho de qué
hablar y profundizar si no fuera que hacerlo sería más o
menos caer en una especie de perogrullada que nos alejaría
del punto que se quiere destacar aquí. Esto es: aquellos
“dioses que bajaron del cielo” aparecen en escena muy
atareados (haciendo quién sabe qué cosa)…y llevando todos
una “bolsa de mano” que es a ojos vistas idéntica a
la de nuestro “presunto astronauta” olmeca…
¿Astronautas laboriosos?
¿Para qué querrían
unos dioses cargar con una “bolsa de mano”?
¿Obedecerían ellos
acaso a los vaivenes de una “moda” dictada por una suerte de
Louis Vuitton celestial?
¡Quién sabe!
Sin embargo, no deja
de ser curioso, y hasta muy llamativo por cierto, que
nuestros actuales astronautas, puestos a la tarea de
recolectar muestras diversas en la Luna – suelo, rocas, etc.
– hayan utilizado en su momento recipientes muy parecidos a
esas “bolsas de los dioses” acerca de la que ahora nos
preguntamos…
Las siguientes
imágenes hablan por sí mismas:

¿Acaso vieron
aquellos antiguos artistas olmecas y sumerios a unos
dioses/astronautas ocupados en sus tareas de recolección de
muestras y decidieron plasmarlos en la memoria plástica como
celebración?
¿Quién puede
afirmarlo a ciencia cierta?... ¡Nadie!
¿Quién puede negarlo
rotundamente a ciencia cierta?... ¡Nadie!
EL AUTOR
estudió
abogacía en la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Es
periodista versado en ciencia y fue coordinador documental
de la revista Cuarta Dimensión, jefe de redacción de
otras publicaciones especializadas y actualmente es el
editor de
www.antiguosastronautas.com Desde 1980 ha publicado gran
número de artículos referidos a la hipótesis de las
paleovisitas extraterrestres.
© César Reyes de Roa, 2008 – Todos los derechos reservados.
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