Abriendo las
puertas del cielo
Sabemos por
antiquísimos relatos que los “dioses” fueron y vinieron por
los cielos de China durante unos cuantos miles de años. De
hecho, y no como un dato menor precisamente, los más
antiguos registros chinos hacen referencia a innumerables
artefactos – dragones, raros pájaros y carros
celestiales - que los soberanos divinos conocidos
como los “Hijos del Cielo” - que gobernaron durante
18.000 años - utilizaban para volar a su antojo entre las
nubes del Imperio.
Al respecto, la
revista “China reconstruye”, editada en Pekín,
publicó, en agosto de 1961, un interesante artículo
intitulado “Abriendo las puertas del cielo”, cuyo
autor, Chih Fei, aludía a una remota leyenda acerca de
Chang Ngo, “la apasionada de la luna”, quien junto a su
esposo Hou-Yih es mencionada por diversas fuentes
literarias como una especie de pareja viajera del
espacio, que, al estar de las narraciones, habría
recorrido ida y vuelta, varias veces, el trayecto entre la
Tierra y la Luna. Se dice ahí que una enorme nave
resplandeciente aparecía por la noche en el mar y que su
luz se apagaba durante el día. Y también que tal nave tenía
la facultad de volar a la Luna y a las estrellas, de modo
que se la conocía como “la nave que cuelga entre las
estrellas” o bien “la nave para la Luna”, la
cual, según se hubo registrado, fue vista por los habitantes
de China ascendiendo y descendiendo por el espacio durante
doce años.
Pero antes de
eso, otra pareja celestial hizo lo propio aquí en la
Tierra…
Fu Hsi y
Nüwa: Dioses creadores
Según se
menciona en el
Ban Gu, Baihu
tongyi,
“No había al principio ningún orden moral o social. Los
hombres sólo conocían a sus madres, no a sus padres. Cuando
estaban hambrientos, ellos buscaban comida; cuando estaban
satisfechos, tiraban los restos. Devoraban su comida con el
cuero y el pelo, bebían sangre, e iban cubiertos de pieles y
harapos. Entonces llegó Fu Hsi y miró hacia arriba y
contempló las imágenes en los cielos, y miró hacia abajo y
contempló los acontecimientos en la Tierra. Él unió al
hombre y la esposa, reguló las cinco etapas del cambio, y
estableció las leyes de la humanidad. Él inventó los ocho
trigramas para adquirir dominio sobre el mundo.”
Un tanto
confusas a veces, las referencias a Fu Hsi y su
esposa/hermana Nüwa permiten sin embargo hablar de
una pareja de soberanos o de dioses creadores. En
rigor, también se ha escrito que cuando la Tierra fue
barrida por un gran diluvio, ambos sobrevivieron y fueron a
vivir a la montaña de Kunlun donde oraron al Emperador
del Cielo, quien aprobó su unión y a partir de entonces
los hermanos se pusieron a procrear la raza humana.
Narraciones muy
semejantes a éstas condujeron oportunamente hacia la
hipótesis de que seres extraterrestres pudieron haber
intervenido en la evolución del ser humano, aplicando
avanzados conocimientos en ingeniería genética; idea que
ha sido sostenida durante décadas, especialmente por
Zecharia Sitchin y Erich von Däniken, a partir de
una lectura moderna de algunos pasajes de los milenarios
textos sumerios de la creación o bien del Antiguo
Testamento, y teniendo en cuenta, además, la existencia de
ciertas manifestaciones del arte antiguo que representan muy
extraños “árboles de la vida” o serpientes curiosamente
entrelazadas entre sí – como en el caduceo, por ejemplo -,
que recuerdan a primera vista la bien conocida estructura
en forma de doble hélice de la molécula del ADN.
  
Izquierda: Árbol de la vida de los sumerios. Centro: Grabado
sobre
un vaso de libaciones de Gudea. Derecha: Caduceo griego
Si bien muchos
podrían coincidir de buena gana con la opinión de mi amigo,
el Dr. Vladimir V. Rubtsov, cuando dice que
el concepto de la creación
del homo sapiens y/o la civilización humana por astronautas
extraterrestres es “…la versión “extrema” de la
hipótesis de la paleovisita” (ver
Paleovisitología: Todavía en la
encrucijada...)
resulta sumamente interesante tener en mente algunas
curiosas coincidencias que, bien miradas, podrían llegar al
rango de las muy llamativas…especialmente si nos
atrevemos a conjeturar que Fu Hsi y Nüwa tuvieron algo que
ver con esa supuesta manipulación de genes…
Analogía entre el I Ching y el ADN
Dios o
gobernante, o ambas cosas a la vez, lo cierto es que ninguna
fuente se contradice al momento de afirmar que Fu Hsi
fue un portador de conocimientos y creador del I Ching,
lo que, en el marco común que la gente le otorga a los mitos
y leyendas, no sería algo relevante, nada digno de ser
tenido en cuenta especialmente; pero a la luz de ciertas
“comparaciones odiosas” la cuestión puede llegar a
convertirse en algo muy diferente.
La primera de
tales “odiosas comparaciones” se remonta al año 1703, cuando
el célebre matemático
alemán G. W. Leibnitz
publicó su libro Two Letters on
the Binary
Number System and Chinese Philosophy,
donde se
manifestaba muy asombrado por la exacta correlación
que había encontrado entre el I Ching y su
Sistema Numérico Binario.
Pero la sorpresa
mayúscula vino mucho después, a partir del conocimiento
adquirido sobre la importancia fundamental del ADN en la
arquitectura molecular de la vida.
Su historia,
esto es su descubrimiento como portador del mensaje genético
– que antes se creía compuesto de proteínas – se remonta a
1944, cuando tres bioquímicos del Instituto Rockefeller,
Oswald Avery, Maclyn McCarty y Colin MacLeod, trabajando con
bacterias, consiguieron transformar las del tipo R en S
(bacteria de cápsula dura en otra de cápsula blanda)
utilizando una solución de ácido nucleico, sin ninguna
proteína. Hecho revolucionario que, en los años siguientes,
otros experimentos con cepas bacterianas confirmaron sin el
menor margen de duda, de modo tal que el ácido nucleico
pasó a convertirse en el centro de interés con preguntas del
tipo ¿cómo estaba compuesto?; ¿cómo codificaba el mensaje
genético?; o bien ¿cómo se duplicaba con tanta exactitud
algo tan complejo?...Las respuestas por fin llegaron en
1953, cuando el físico inglés Maurice H.F. Wilkins
estudió los ácidos nucleicos mediante la técnica de
difracción de rayos X y mostró que su estructura era la de
una doble hélice, aportación crucial que fue
utilizada por dos científicos de la Universidad de Cambridge,
el inglés Francis H.C. Crick y el norteamericano
James D. Watson, para proponer un modelo que explicaría
definitivamente tanto la codificación como la duplicación
(por su labor en este campo, los tres compartieron el Premio
Nobel de Medicina y Fisiología en 1962).
La molécula de
ADN
es, en efecto, una delgada
hélice doble,
semejante a una escalera de caracol, formada por dos
cadenas - con el aspecto de hilos retorcidos - que son una
sucesión de “unidades” denominadas “nucleótidos” Cada
nucleótido se caracteriza por un determinado grupo químico
que se llama “base”.
Tales bases son en total cuatro,
a saber: adenina, guanina, timina y citosina (que comúnmente
se representan con las letras A, G, T y C respectivamente),
y su secuencia determina la información genética,
la cual está
“codificada” y debe
“leerse” en grupos de tres. De manera que, en el “lenguaje de la vida”, tres
de estas bases – lo que se conoce como
triplete o codón
– “significan” un aminoácido particular, y ningún otro, que
se incorporará a la cadena de proteína. Esa información
genética, codificada, se transmite a través de un
“intermediario”: el ácido ribonucleico (ARN), que tiene
también cuatro bases, tres de la cuales son las mismas que
en el ADN
(adenina, citosina y guanina) diferenciándose por lo tanto
sólo por la base uracilo que cumple aquí la función de la
timina (abreviadas: A, C, G, U). En consecuencia, el
código genético consiste en 64 combinaciones de tripletes (codones)
y sus aminoácidos respectivos.
Ahora bien, el
I Ching creado por
Fu Hsi, también conocido como el Libro de las
Mutaciones, es un sistema simbólico, del que, se
sostiene, puede deducirse la diversidad del mundo
viviente. Tal sistema se basa en una combinación de
relaciones entre dos principios opuestos que son: Yang,
masculino y Yin, femenino. Estos dos principios se
distribuyen en pares hasta formar cuatro tipos de
diagrama. Luego, estas cuatro estructuras se combinan por
tres para formar 64 hexagramas que representan,
finalmente, los aspectos fundamentales de la vida.
¿Simple
casualidad?
El asunto
no parece ser tan sencillo de etiquetar. Sobre todo si
tomamos en consideración que las correlaciones existentes
condujeron a numerosas indagaciones “urticantes” - hasta hoy
en día - que comenzaron con el biólogo alemán Gunther S.
Stent cuando, en 1969, publicó su libro
The Coming of
the Golden Age,
donde hablaba sin medias tintas
sobre las correspondencias
entre el I Ching y el ADN. Leemos:
“…la
congruencia entre esta obra
- el I Ching - y el
código genético es nada menos que
asombrosa.
Pues si Yang (el principio masculino o luminoso) está
identificado con las bases purinas, y Yin (el principio
femenino u oscuro), con las bases pirimidinas, de modo que
el Yang y el Yin antiguos corresponden a los pares
complementarios adenina (A) y timina (T), y el Yang y el Yin
nuevos corresponden a los pares complementarios guanina (G)
y citosina (C), cada uno de los 64 hexagramas viene a
representar uno de los codones nucleótidos triples. El
orden “natural” del I Ching puede ser visto ahora de modo
que genera una serie de nucleótidos triples, en los cuales
se muestran varias de las relaciones genéticas de los
codones...”
En
idéntico sentido se pronunció François
Jacob (Premio
Nobel de Medicina en 1965), aludiendo a la sorpresa de los
biólogos del siglo XX “…al descubrir una extrema
analogía entre el orden "natural" del I Ching y el código
genético. Pues si se asimila convenientemente cada uno
de los cuatro diagramas chinos a cada uno de los cuatro
pares de radicales químicos que componen el ADN., cada
hexagrama equivale a uno de los tripletes genéticos...”
Desde
luego, bien podríamos poner en lista a continuación un gran
número de trabajos que dejan bien en claro las semejanzas
entre los modernos descubrimientos en materia genética y el
milenario sistema simbólico chino, pero eso sería como caer
en una suerte de repetición innecesaria a los fines aquí
perseguidos, esto es, plantear como interrogante ¿por qué
un soberano celestial como Fu Hsi fue identificado
como procreador de la raza humana -junto a su
esposa/hermana Nüwa - y creador a la vez del I Ching, un
sistema relacionado por lo visto con “nuestro código
genético”?
¿La estructura
del ADN en una antigua imagen china?
La frase
“una imagen vale por mil palabras” es atribuida,
precisamente, a los chinos. Nada mal en ningún caso, y mucho
menos en éste; ya que si las correlaciones encontradas entre
el ADN y el I Ching legado al mundo por Fu Hsi son
incontestables,
la imagen que
de él y su esposa Nüwa ha llegado hasta nosotros es lo
suficientemente llamativa como para hacernos meditar acerca
de qué cosa puede simbolizar esa especie de doble
hélice (muy semejante por cierto a la de la estructura
de la molécula de ADN) que uno ve allí mismo donde deberían
estar las piernas de la celestial pareja…

Intentar
explicar una
imagen como ésta, que llena nuestros ojos con esa belleza
sutil que conduce al llano entendimiento por la vía más
directa, sería algo sobreabundante. En todo caso, será
usted, amigo lector, el que juzgue apropiadamente si, en
definitiva, esas orejas de gato, esos bigotes de
gato y esa cola de gato le recuerdan a un gato…Sin
embargo, sí, quizá, es oportuno hacer notar que la
estructura tridimensional de la doble hélice posee por lo
común giro hacia la derecha (ADN dextrógiro), que es la
forma más estable que se encuentra en la Naturaleza, ¡lo
mismo que en la milenaria imagen china de estos dioses
creadores!. Por último, podríamos agregar, sólo a título
informativo, que las pequeñísimas esferas unidas entre sí
por esos “enlaces” (pequeñas líneas) que se ven al fondo del
dibujo, representan, para algunos, “constelaciones”,… lo que
viene a resultar, también, de lo más interesante si Fu
Hsi y Nüwa fueron acaso antiguos astronautas que vinieron
de las estrellas…
EL
AUTOR estudió
abogacía en la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Es
periodista versado en ciencia y fue coordinador documental
de la revista Cuarta Dimensión, jefe de redacción de
otras publicaciones especializadas y actualmente es el
editor de antiguosastronautas.com. Desde 1980 ha
publicado gran número de artículos referidos a la hipótesis
de las paleovisitas extraterrestres.
© César Reyes de Roa, 2009 – Todos los derechos reservados.
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