El anuncio, del 30 de julio de 2005, de que un nuevo cuerpo
celeste había sido descubierto fue noticia de los medios de
comunicación en todo el mundo; y debido a que la información
fue titulada “Astrónomos Alegan el Descubrimiento de un 10°
Planeta,” mi teléfono empezó a sonar constantemente… Algunos
exclamaban “¡Felicitaciones!”; otros, más cautamente,
preguntaron: “¿Es Nibiru?” -“Nibiru” venía siendo el planeta
del que yo había estado escribiendo y hablado desde que mi
libro El 12vo Planeta fue publicado hace
décadas.
El anuncio de un astrónomo de Caltech, Michael Brown, decía
que él y dos colegas, mientras examinaban los cielos en 2003,
encontraron un cuerpo celeste (designado 2003-UB-313) que
ahora se dan cuenta de que podría ser más grande que Plutón
(el noveno planeta) y por tanto califica como el 10° planeta
en nuestro sistema solar. Careciendo de mucha información
vital excepto que orbita el Sol en un ángulo muy empinado a la
eclíptica (el plano orbital de la Tierra y otros planetas) y
está ahora aproximadamente a 9 mil millones de millas de
nosotros, el anuncio del descubrimiento se explicó como
incitado por la preocupación de que un hacker de
computación, un “astrónomo pícaro”, o un equipo de astrónomos
españoles que afirmaban haber encontrado un cuerpo tal (que
designaron 2003-EL-61) se apropiaran del hallazgo del equipo
de Brown.
¿Un planeta, un “planetoide”- o qué?
Aunque el equipo de Brown empleó el término “décimo planeta”
debido meramente a su presunto tamaño (“más grande que
Plutón”), otros astrónomos ya han señalado que éste podría ser
sólo uno de los varios (quizás incluso numerosos) planetoides
que se supone que existen en lo que se llama el Cinturón de
Kuiper; el equipo de Brown encontró no hace mucho tiempo un
objeto tal y lo denominó Sedna (y se rumorea que se está
preparando un anuncio respecto de otro todavía, 2005-FY-9).
Todo esto ha encendido un debate entre los astrónomos sobre lo
que debe ser considerado un planeta completo, o un
“planetoide” menor, o simplemente un “objeto del Cinturón de
Kuiper”.
Entre las muchas preguntas que siguen sin contestar está si el
nuevo cuerpo celeste, si es un planeta, tiene una atmósfera;
que el objeto no pudiera ser captado por el telescopio
infrarrojo Spitzer (lo cual el equipo de Brown intentó hacer)
sugiere que es simplemente “una piedra helada”.
Los datos antiguos
¿Así que es Nibiru? ¿Han encontrado ahora los astrónomos el
planeta del cual, según mi interpretación de los textos e
ilustraciones mesopotámicas y bíblicas, astronautas hubieron
venido a la Tierra hace unos 450.000 años?
Basado hasta ahora en la vaga información disponible, la
respuesta es No.
Esta lamentable respuesta proviene, en primer lugar, de la
comparación de la información puesta en circulación con
respecto al nuevo objeto y los datos antiguos acerca de Nibiru.
El último se describió como un planeta radiante (es decir uno
que tiene su propia fuente de calor y atmósfera), un planeta
que sostiene la vida, planeta hogar de los Anunnaki
(“Aquéllos que del cielo a la Tierra vinieron”) - los
Nefilim bíblicos.
Cuando la Épica de la Creación mesopotámica (Enuma Elish) se
trata, como yo he sugerido, como una cosmogonía sofisticada y
no como un mito alegórico, el origen y composición de un
sistema solar de doce miembros se pone en claro. Aunque la
existencia de variados objetos celestes que incluyen numerosas
lunas de varios planetas ha sido reconocida en los textos
antiguos (y representaciones), sólo nuestra Luna y sólo Plutón
(alguna vez la luna de Saturno) ha sido incluido en la cuenta.
Junto con todos los planetas que nosotros conocemos hoy
(incluyendo aquéllos descubiertos sólo en los últimos 150
años) y uno más – Nibiru - asciende a doce a “la familia” del
Sol.
Tal sistema solar fue representado
repetidamente sobre sellos cilíndricos y monumentos (ahora
exhibidos en los museos de Londres y Berlín), como se muestra
en las ilustraciones de mis libros. Uno hecho famoso por mis
escritos es el sello cilíndrico VA-243 del Museo de
Antigüedades del Cercano Oriente de Berlín, que muestra el
Sistema Solar completo con Nibiru que pasa entre Júpiter y
Marte cuando su órbita lo trae de vuelta a nuestro vecindario:

El sello de cilindro sólo es un poco más grande que una
pulgada, grabado (como todos los sellos lo eran) en sentido
inverso. Los tamaños de los planetas mostrados pueden ser
considerados sólo aproximaciones, relativas entre sí. Aun así,
es evidente que Nibiru no sólo se juzgó mucho más grande que
Plutón, sino también que la Tierra.
No era una “piedra helada” en el Cinturón de Kuiper.
La búsqueda del “Planeta X”
Dio la casualidad de que sólo dos semanas antes de las
recientes noticias, en la Reunión de Sitchin en Chicago
el 15-16 de julio de 2005, yo pasé revista sobre la búsqueda
del “Planeta X” llevada a cabo por varios astrónomos. Un
momento significativamente culminante de esa búsqueda fue el
anuncio hecho en diciembre de 1983 por el Laboratorio de
Propulsión de Motor a Reacción de la NASA que IRAS (el
telescopio infrarrojo) había encontrado un planeta, mucho más
grande que la Tierra, entrando en los cielos distantes en
nuestra dirección. El anuncio - apresuradamente retractado
como un “malentendido” - motivó las reuniones Reagan-Gorbachov
y el discurso de Presidente Reagan en la ONU sobre el peligro
común para la Humanidad por “un planeta extraño allí fuera”.
Mi público fue invitado a presenciar un
video del discurso de Reagan (y una película soviética acerca
del incidente de Phobos), y a un video nunca antes visto de mi
entrevista con el astrónomo oficial del gobierno
americano que estaba a cargo de la búsqueda del Planeta X -
Dr. Robert Harrington del Observatorio Naval de los Estados
Unidos. Hablando del planeta como un hecho cierto, el Dr.
Harrington lo describió como 2 -3 veces el tamaño o masa de la
Tierra, con una atmósfera, “habitable;” y comparó su posición
con uno de los dibujos de mis libros:

El Dr. Harrington murió repentinamente poco después de nuestra
entrevista en agosto de 1991; pero lo que él sabía, y lo que
los ancestros supieron, debe seguir siendo el único criterio
válido para contestar la imperiosa pregunta: ¿Es Nibiru?
EL AUTOR
es periodista, escritor y lingüista experto en hebreo antiguo
y otras lenguas semíticas y europeas. Pionero en la
investigación de la hipótesis de las paleovisitas
extraterrestres y profundo conocedor del Antiguo Testamento y
de la historia y arqueología del Cercano Oriente, es el autor
de la mundialmente exitosa serie Crónicas de la Tierra,
que inició con el best seller El 12vo.Planeta.
Su último libro en español es El Libro Perdido de Enki.
© Z. Sitchin 2005 – Reproduced by permission.
Traducido y reproducido con permiso expreso del autor.
Prohibida su reproducción sin autorización previa del autor
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