El 4 de julio de 2005, una nave espacial de la NASA bautizada
“Impacto Profundo” lanzó una sonda de metal ideada para
chocar con un cometa denominado Tempel-1. El propósito de la
colisión planeada era determinar la verdadera composición de
tal cometa primordial observando y analizando el impacto y
sus restos resultantes.
La exitosa colisión observada desde la nave espacial y una
variedad instrumentos situados en la Tierra y orbitando la
misma, causó una espectacular erupción y una bola en expansión
de materia expelida. A medida que los informes de lo que se
había observado comenzaron a salir paulatinamente, se hizo
evidente que la comunidad científica estaba enfrentando un
enigma mayor: La explosión, en lugar de confirmar el cometa
como un cuerpo celeste formado en las heladas y profundas
periferias exteriores del sistema solar, “soltó determinados
componentes clave de la Tierra” (según el titular de San
Francisco Chronicle del 9/9/05).
Entre las desconcertantes conclusiones emergentes están éstas:
a) Los cometas son descritos como ‘heladas bolas de hielo
sucio '; los resultados de Tempel - 1 indican que está hecho
de rocas partidas que contienen arcillas y carbonatos - los
minerales de piedras calizas y conchillas que sólo se forman
en el agua líquida.
“¿Cómo se forman las arcillas y carbonatos en cometas helados
dónde no hay agua líquida?” preguntó el Dr. C.M. Lisse, un
científico de la Misión, según el New York Times del 7
de septiembre de 2005; “Nadie esperaba esto”, dijo.
b) El telescopio espacial Spitzer también detectó en Tempel-1
silicatos cristalinos – un tipo de mineral que requiere por
lo menos temperaturas de 1300 grados Fahrenheit para
formarse.
“¿Cómo pone usted ese componente en un cometa que se forma a
la distancia de Plutón?” preguntó el desconcertado Dr. Lisse.
¿Cómo consigue usted, incluso, temperaturas de fundición
mineral en una región de frío absoluto?
… Y los químicos de la vida también
Informando algunos de los enigmáticos resultados iniciales en
una reunión científica en la Universidad de Cambridge en
Inglaterra el 7-8 de septiembre de 2005, el Dr. Lisse (de la
John Hopkins University), el Dr. Michael A'Hearn (de la
Universidad de Maryland) y otros científicos ampliaron la
lista de componentes similares a los de la Tierra descubiertos
en el cometa para incluir químicos asociados con los
organismos vivientes.
Ellos incluyeron (además de las arcillas y los silicatos)
carbonatos, sulfuros férricos, alúmina, y compuestos llamados
PAHs “qué están entre muchos químicos orgánicos que se
presentan en los organismos vivientes en la Tierra.”
Otra sorpresa informada: “El equipo ha detectado una
concentración inesperadamente alta de cianuro de metilo; los
biólogos dicen que el cianuro de metilo es un actor clave en
las reacciones que forman el ADN” (Christian Science
Monitor).
Un cometa en el lugar equivocado
El cometa Tempel-1 no es un cometa nuevo. Fue descubierto en
1867 por Ernst W. L Tempel de Marsella, Francia, y su muy
corto período de menos de seis años (Tierra) fue determinado
ese mismo año por C. Bruhns de Leipzig, Alemania. Fue a partir
de entonces observado de vez en cuando hasta que él y su
órbita ligeramente cambiada fueran re-determinadas en 1963 por
el astrónomo americano B.G. Marsden.
“Los cometas se forman en la salida de los gélidos bordes del
Sistema Solar, y sus núcleos permanecen profundamente
congelados durante la mayoría de su paso a través del interior
del Sistema Solar”, dijo el Dr. Lisse señalando a los
astrónomos y astrofísicos los problemas que ahora encaran.
Todavía está más allá de la duda que el cometa ha estado
orbitando el Sol en una parte relativamente limitada y cercana
del sistema solar, entre Marte y Júpiter, como lo muestra el
mapa del firmamento de la NASA:

¿Cómo se explica entonces este “lugar equivocado” del cometa
Tempel-1? El Dr. Lisse rechazó la especulación de que el
cometa “emigró hacia el más caluroso interior del Sistema
Solar en los últimos 10.000 años.” En efecto, formado alguna
vez fuera de aquí en la helada profundidad, no sería tan
semejante a la Tierra en todo lo que concierne a lo enumerado
anteriormente.
La solución sumeria
De hecho, parece haber sólo una simple solución para la
cantidad de enigmas que ahora confunden a los científicos:
1) El cometa Tempel-1 está donde está porque “nació” allí,
entre Marte y Júpiter;
2) Es semejante a la Tierra en sus componentes porque él y la
Tierra “nacieron” de la misma “madre” planetaria.
Los lectores de mis libros necesitarán apenas recordar que
aquella madre planetaria se llamó TIAMAT en la Épica Sumeria
de la Creación - un texto considerado por los estudiosos como
una alegoría, un mito, un texto religioso - pero tratado por
mí en El 12vo Planeta y en Génesis
Revisitado como una sofisticada cosmogonía que se ocupa de
la creación de nuestro Sistema Solar y el destino de Tiamat,
un planeta acuoso que hubo existido en el espacio entre Marte
y Júpiter y que fue destruido en una colisión celestial con un
planeta invasor - (Nibiru). Como resultado de la colisión:
3) La mitad de Tiamat se rompió en pedazos y sus partes se
convirtieron en los asteroides y cometas de corto plazo que
orbitan entre Marte y Júpiter;
4) La otra mitad fue empujada más cerca del Sol para
convertirse en el planeta Tierra;
5) El gran satélite principal de Tiamat (“Kingu”) fue
arrastrado para convertirse en la Luna de la Tierra;
6) Los otros diez satélites de Tiamat fueron destrozados
convirtiéndose en cometas, sobre todo en aquéllos con órbitas
retrógradas.
Los textos sumerios que se ocupan explícitamente de Nibiru
consignan que durante la colisión, el - portador – de – vida
- Nibiru transfirió la “semilla de vida” - lo que ahora
nosotros llamamos ADN y la “química de la vida”— al derrotado
Tiamat, y por consiguiente a la Tierra y, nosotros podemos
ahora comprenderlo, a un asteroide llamado Tempel-1.
Los textos sumerios, como yo los expuse,
contestan todos los enigmas que circulan desde la colisión de
Tempel-1.
Así que, ahora esa ciencia se ha puesto al día...
Incluso antes de que esta más detallada (pero no todavía
completa) extensión de los descubrimientos que confunden a los
astrónomos y astrofísicos fuera publicada, admiradores míos
con mucha visión me han enviado mensajes de felicitación: ¡Sus
teorías del 12vo Planeta han sido demostradas!
Yo desde luego aprecio los halagos; pero permanezco dubitativo
con respecto al resultado de este uno más “así que ahora que
usted ha probado estar en lo correcto...” Como los lectores de
este sitio Web (o los participantes de mis seminarios) saben,
no es la primera vez que los descubrimientos científicos “me
dan la razón” De hecho, el subtítulo de Génesis Revisitado
fue (ya en 1990) “¿Está la Ciencia Moderna Alcanzando el
Conocimiento Antiguo?”
La ciencia moderna continúa alcanzando el conocimiento
antiguo, pero obstinadamente los científicos continúan
ignorándolo.
EL AUTOR
es periodista, escritor y lingüista experto en hebreo antiguo
y otras lenguas semíticas y europeas. Pionero en la
investigación de la hipótesis de las paleovisitas
extraterrestres y profundo conocedor del Antiguo Testamento y
de la historia y arqueología del Cercano Oriente, es el autor
de la mundialmente exitosa serie Crónicas de la Tierra,
que inició con el best seller El 12vo.Planeta.
Su último libro en español es El Libro Perdido de Enki.
© Z. Sitchin 2005 – Reproduced
by permission.
Traducido y reproducido con
permiso expreso del autor.
Prohibida su
reproducción sin autorización previa del autor
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