Un fascinante descubrimiento planetario,
recién informado, pasó de las publicaciones científicas a
los medios de comunicación general. Las estaciones de radio
y televisión anunciaron en los titulares que “Fue
descubierto otro planeta como la Tierra”; El New York
Times presentó la noticia con más precisión: SE
ENCONTRÓ UN PLANETA REMOTO SIMILAR A LA TIERRA.
El entusiasmo provino de un informe del
periódico científico británico Nature (en su número
del 26 de enero 2006) en el que 73 astrónomos, que trabajan
en tres equipos, revelaron el seguimiento - desde el 11 de
julio de 2005 - de un planeta “parecido a la Tierra” que
orbita una estrella distante. La implicación primordial o
indirecta es que por consiguiente podría albergar vida.
Los astrónomos han sostenido durante
siglos que nuestro sistema solar llegó a existir debido a
circunstancias extraordinarias, con la Tierra que
oportunamente surge en una “zona habitable” por la más pura
casualidad. Apenas trascurrió una década desde que los
astrónomos - con la incredulidad inicial - empezaron a
encontrar planetas “extra-solares” en órbita alrededor de
otras estrellas; pero incluso con unos 170 de tales planetas
hallados hasta la fecha, todos ellos parecen ser gigantescos
y también demasiados cercanos a sus soles, y por lo tanto
(para la idea que cabe) impropios para la vida.
Como explican en el trabajo científico
original y en los informes de la noticia, el último hallazgo
es diferente: éste es un planeta que tiene apenas tres veces
(o un poco más) la masa de la Tierra, y sólo está a una
distancia de aproximadamente tres veces más lejos de su sol
en comparación de dónde está la Tierra respecto del
nuestro; el planeta descubierto - ¡que orbita una estrella
en nuestra propia galaxia! - es por lo tanto “parecido a
la Tierra” en los aspectos importantes.
Como yo estaba diciendo…
La noticia, puedo decirles a mis
lectores, me puso de un humor filosófico de maravillas.
Han pasado 30 años (sí, ¡treinta años!)
desde que mi primer libro, El Duodécimo Planeta,
fue publicado. En él yo devolví a la vida la cosmogonía de
6.000-años-de-antigüedad de los sumerios. Ellos escribieron,
dije, que poco después de que nuestro sistema solar
comenzara a formarse, un planeta empujado desde otro sistema
solar pasó cerca del nuestro, fue atraído hacia el centro,
chocó con un planeta llamado Tiamat, lo partió para crear la
Tierra y el cinturón de asteroides, y fue capturado dentro
de una gran órbita alrededor de nuestro sol para convertirse
en el planeta Nibiru. Fue así que la “semilla de la vida”
fue transferida a la Tierra durante la colisión.
En aquel momento, la opinión establecida
aborrecía la idea de eventos celestiales catastróficos
(ahora es aceptada). La noción de planetas en otra parte del
Cosmos se juzgaba como algo sin sentido (ahora se cuentan
171 de tales planetas). Todo lo que yo dije sobre los
conocimientos de los sumerios ha sido comprobado. ¿Y sabe
usted qué? La masa del planeta recién descubierto es
semejante a la estimada para Nibiru, y la distancia que la
separa de su sol es más o menos la misma que la de Tiamat...
EL AUTOR
es periodista, escritor y lingüista experto en hebreo
antiguo y otras lenguas semíticas y europeas. Pionero en la
investigación de la hipótesis de las paleovisitas
extraterrestres y profundo conocedor del Antiguo Testamento
y de la historia y arqueología del Cercano Oriente, es el
autor de la mundialmente exitosa serie Crónicas de la
Tierra, que inició con el best seller El 12vo.Planeta.
Su último libro en español es El Libro Perdido de Enki.
© Z. Sitchin 2006 – Reproduced by permission.
Traducido y reproducido con permiso expreso del autor.
Prohibida su reproducción sin autorización previa del autor
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